LA SANTA IGLESIA ORTODOXA

AUTENTICA IGLESIA DE CRISTO


            A TRAVES DE LOS SIGLOS

En sus primeros siglos de vida, la Iglesia confirmó su organización y gobierno terrenal, y los Padres y Doctores Ecuménicos expusieron y defendieron las verdades básicas y los elementos del culto ortodoxo.

La Iglesia sobrellevó y superó sus penurias por el esfuerzo de sus defensores, quienes ofrecieron su sangre, expresaron su fe y vivieron los principios morales de su religión. Muchos escritores nos legaron monumentos de la fe. Inicialmente los Apóstoles y discípulos escribieron el Nuevo Testamento, luego los Padres Apostólicos en el primer siglo y los Apologistas en el segundo defendieron y expusieron diversos aspectos de la Doctrina Cristiana. Aparecieron posteriormente las Escuelas Teológicas, destacándose las de Asia Menor en Edesa en el siglo tercero, la del norte de Africa en Cartago en el mismo siglo, la de Alejandría en el siglo cuarto, a la cual pertenecieron los Capadocios, además de otros distinguidos Padres, y la de Antioquía en ese mismo siglo, cuyo más distinguido representante y eminente orador fue San Juan Crisóstomo, el de la Boca de Oro, que fue elevado al Trono de Constantinopla.

Entre el siglo X y el XI, la Cristiandad iba a experimentar una de sus más grandes tragedias: EL GRAN CISMA. La tesis de Roma sosteniendo la Supremacía de su Obispo, la interpolación del FILIOQUE en el Credo, con la que aseguró que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, y otros cambios doctrinales y en las prácticas litúrgicas, aparte de razones políticas unidas al conflicto entre Oriente y Occidente, llevaron a una profunda ruptura, que culminó en el año 1054.

La desafortunada división de la Cristiandad se complicaría posteriormente, ya que Occidente, a partir del siglo XVI, sufriría un desmembramiento con motivo de la Reforma, apareciendo así múltiples Comunidades Protestantes. El Cristianismo de occidente se vería desde entonces enormemente dividido en materia doctrinaria.

Ante este terrible cuadro de cristianos desunidos, la Iglesia Ortodoxa, adolorida por la separación de sus hermanos que reconocen a Cristo como Salvador y Redentor del género humano, reza siempre por la unión de todos en la verdadera Fe, transmitida por Nuestro Señor Jesucristo, los Apóstoles y los Padres de la Iglesia.

La vedadera Doctrina Cristiana, heredada de Cristo y sus Apóstoles, fue preservada intacta en el oriente cristiano.

La misión natural de la Iglesia es propagar el Evangelio y ensanchar sus fronteras. Su primera obligación es la misión para la conversión, siendo así como los primeros Patriarcas continuaron la obra de los Apóstoles y discípulos de Cristo, predicando la verdad cristiana primero en los Balcanes a los Servios, Croatas y Dálmatas, y después a los Eslavos, Moravios, Búlgaros y Ucranianos.

Con el devenir de los siglos otras misiones fueron organizadas, alcanzándose así China, Japón y las tierras nórdicas de Europa, Alaska, América y el sur de Africa, donde muchos que no conocían el mensaje de Cristo lo recibieron con naturalidad y amor.

Originadas por el esfuerzo misionero de los primeros Patriarcados, se establecieron iglesias locales, a las que les fue concedida posteriormente Autocefalía o Autonomía, lo cual en ningún caso afecta a la unidad de la Fe, Doctrina y Sacramentos de la Iglesia. Ellas son: Rusia, Grecia, Servia, Rumanía, Georgia, Albania, Bulgaria, Polonia, Monte Sinaí, Finlandia y Checoslovaquia. Cada una tiene un Primado y un Sínodo, que asegura su unidad con las otras Iglesias. Los Patriarcados antiguos y estas Iglesias locales existen hasta la actualidad, sin perder su comunión entre sí, ni alterar la unidad de la Iglesia.

Los cristianos ortodoxos se encuentran en todos los continentes del mundo y ascienden aproximadamente a más de cuatrocientos cincuenta millones. No obstante su independencia administrativa y diferencia de idiomas, sea el castellano, portugués, árabe, griego, inglés, chino, eslavo, alemán, japonés, dialectos africanos, hindú, etc., todos tienen las mismas enseñanzas, la misma Tradición Apostólica, la misma Liturgia y Sacramentos, servicios y prácticas esenciales. Los fieles que pertenencen a cada una de estas Iglesias locales, no pertenecen en particular a su Iglesia local, sino a la Iglesia Ortodoxa Universal.

Nuestra Iglesia ha mantenido la cultura heleno-cristiana. El griego y el árabe fueron sus idiomas originales, éste en Asia Menor y Egipto, en tanto que el primero en el resto de la Cristianidad. El griego fue el idioma en que se escribió la mayor parte del Nuevo Testamento, el que se usó para las prédica de Obispos, incluso en occidente, en Roma, y por los primeros misioneros en Francia e Inglaterra. El verdadero centro del Cristianismo fue el oriente griego y sirio. Varios siglos después Roma usaría el latín, los Rusos el eslavo.

Después, a partir del siglo XI, las hordas islámicas selyúcidas invadieron y se posesionaron de la región sur-oriental del Imperio Bizantino, Bulgaria, Servia y Rumanía. Al mismo tiempo, los feroces tártaros cayeron sobre los territorios rusos, amenazando la existencia de la civilización oriental y su Cristiandad. Mas la férrea resistencia de la Iglesia y su poder de sacrificio por la Fe, obtuvieron un doble resultado: La Cristiandad Oriental mantuvo su propia existencia y también logró que la Cristiandad Occidental quedara indemne.

En los siglos XI, XII y XIII, Occidente organizó siete expediciones militares llamadas las Cruzadas, cuya intención original era rescatar los Santos Lugares de manos del Islam. Este propósito contó con la decidida ayuda de los Emperadores Bizantinos, defensores de la Ortodoxia. Pero, además de sus intenciones originales, dado el fanatismo contra la Iglesia Ortodoxa, atacaron las Sedes Orientales e inclusive a los mismos Patriarcados, ocupando sus cátedras y, no conformes aún, se volvieron contra la propia Capital Bizantina y usurparon el Trono Imperial. Bizancio volvió después a sus legítimos gobernantes, pero ya debilitados físicamente, por lo que en el siglo XV, grupos étnicos y religiosos extraños subyugaron a los pueblos de la Ortodoxia, sin que estos contaran con la ayuda de Occidente.

En el siglo XIX, los ortodoxos, apoyados por la capacidad protectora interior de su Iglesia, se liberaron de la opresión política y religiosa, con la esperanza de una vida libre. En el siglo XX, el materialismo ateo atacaría un baluarte importante de la Ortodoxia, Rusia y parte de los Balkanes, pero estos valerosos pueblos supieron sobrellevar estos ataques y mantener viva la llama inextinguible de la Fe, produciendo una legión de mártires contemporáneos que, con valor y sin miedo, dieron testimonio de la fe cristiana.

A pesar de haber estado presente en el mundo occidental, la Ortodoxia es poco conocida en él y, las más de las veces, las ideas que se tienen de ella entrañan prejuicios, particularmente religiosos, culturales y políticos, por falta de información suficiente. Una de las más comunes es creerla confinada a las culturas y pueblos que ella tradicionalmente ha animado, otra, es confundirla con elementos no cristianos. Sin embargo, en el presente siglo, ya se la ha visto como una Iglesia llena de vitalidad y santidad, basada en la continuidad apostólica y expandida por el mundo entero, dando testimonio del mensaje preservado en su más prístina pureza, como fue recibido de Cristo, los Apóstoles y los Padres. Por esto es que a ella recurren otras denominaciones cristianas, científicos y estudiosos, como a la fuente del Cristianismo auténtico y tradicional.

La Ortodoxia no se dedica al proselitismo entre las Instituciones Cristianas, lo cual no significa que ella no sea misionera, porque lo es, como se ha visto a través de su historia. La caridad y el entendimiento mutuo deberían ser principios comunes a todos los cristianos, cualquiera que sea la Iglesia, Comuniadad o Denominación a la que pertenezcan. La Iglesia Ortodoxa no olvida el famoso cántico al Amor, de insuperable belleza, que fue escrito por aquel escogido instrumento del Señor, el Santo Apóstol Pablo: "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser..." (1a. Cor. 13:4-8)

El proselitismo entre cristianos es contrario al amor y aumenta más y más las diferencias existentes entre las diversas Denominaciones, las que deberían ser reducidas y reemplazadas por un entendimiento mutuo, basado en el Cristianismo original, especialmente en los difíciles tiempos que hoy se confrontan.

La Ortodoxia, fe mayoritaria del mundo cristiano oriental, donde la Doctrina, la Tradición y la Liturgia del Cristianismo tuvieron su origen, está consciente de los tesoros que posee y se los brinda a Occidente que no los conoce o que recientemente comienza a descubrirlos.


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