DIFERENCIAS ENTRE LAS IGLESIAS CRISTIANAS
I.- CISMA EN LA IGLESIA
Las persecuciones que sufre la recién nacida Iglesia, aunada al espíritu misionero de Pablo tienen como consecuencia la expansión del Cristianismo. Oriente y Occidente conocen a Cristo. Los períodos de persecución y los de tranquilidad se van alternando, la Iglesia va creciendo y fortaleciéndose.
A partir de la época del Emperador Constantino, la Iglesia es reconocida por las autoridades civiles y empieza a gozar de la tranquilidad necesaria para su consolidación administrativa, sin embargo, en su seno se iba gestando la división.
Oriente y Occidente aparentemente estaban unidos, mas en realidad la fisura, convertida en grieta que venía dividiendo a la Iglesia era causada principalmente por el difenente punto de vista respecto a la autoridad máxima de la misma.
La distinta interpretación de un texto de la Biblia llevó a la Iglesia a su división, al Cisma. Las circunstancias históricas del siglo IX convirtieron la grieta en abismo, que separó a ambas porciones de la Igleria, y en su forma definitiva a mediados del siglo XI.
Desde entonces, la Iglesia de Oriente y la Iglesia de Occidente siguen senderos paralelos, pero al fin y al cabo diferentes.
Desde el siglo II, el Obispo de Roma empezó a mostrar su deseo de ejercer su autoridad sobre toda la Iglesia, diseminada tanto en Occidente como en Oriente. Sin embargo, la parte Oriental de la Iglesia se resistió a ello desde un principio.
Cuando por los aconteseres históricos, Constantinopla se convirtio en la mueva Capital del Imperio Romano, en el año 330 de muestra era, su Obispo surgió como el primer antagonista del Obispo de Roma.
En el año 451, el IV Concilio Ecuménico otorga los mismos derechos de honor que tiene el Obispo de Roma al de Constantinopla, en el artículo que dice: "Como el Obispo de Roma tiene el derecho de primacía sobre los Obispos de Occidente, así también, el Obispo de Constantinopla tiene derecho sobre los Obispos del Oriente". No obstante esto, la cuestión no se dirimió, no se resolvió, porque las difernecias continuaron.
Las diferencias entre Roma y Constantinopla son difernecias de dos mundos, de dos mentalidades: La Oriental y la Occidental. El probema permanecía: O primacía absoluta de honor y jurisdicción o primacía de honor, pero no de jurisdicción. Lo triste de este antagonismo es que se lleva a cabo entre miembros de un mismo Cuerpo, el de la Una ,Santa, Católica y Apostólica Iglesia.
A mediados del siglo IX. las circunstancias obligaron a Ignacio, Patiarca de la Sede de Constantinopla, a renunciar como tal, y para ocupar su lugar se eligió a la eminencia de aquel tiempo, escritor de muchas obras, a Focio el Grande, confiriéndole previamente los tres grados del sacerdocio, para que pudiera ser canónica su elección. Mas el Papa Nicalás I no consideró correcta y legal la mencionada renuncia y la consecuente elección.
Por eso, cuando el Patriarca Focio envió la carta de saludos, conforme a la tradición existente hasta hoy en día, entre los Patriarcas del Oriente y el Patiarca de Occidente, el Papa de Roma, recibió respuestas y filicitaciones de todos ellos, pero no del Papa quien, en cambio, escribió al rey Miguel III protestando por la deposición de Ignacio y la elección de Focio.
Escribió a Focio negándole su grado sacerdotal. Con todo y que la deposición y la elección de Patriarcas en el Oriente no tenía que ver nada con la opinión del Papa. En la Iglesia Oriental no hay, ni ha habido impedimento alguno para que un laico pueda llegar al Trono Patiarcal después de pasar por los tres grados sacerdotales. Ejemplos, hay muchos. Bastantes laicos fueron electos Patriarcas antes que Focio, entre ellos el Patriarca Tarasio, tío del Patriarca Focio.
El Papa de Roma no respetó la antiquísima tradición de la Iglesia de Oriente, sino que intervino en asuntos que no eran de su competencia, queriendo imponer su opinión "de facto".
Focio era un hombre sereno, verdadero cristiano, por lo que trató de evitar la pugna para conservar la unidad de la Igleria, y para ello convocó a un Concilio en el año 861 que ratificó la legalidad de su elección, el cual contó con la presencia de dos Obispos delegados del Papa par asistir a este Concilio.
Envió Focio la decisión del Concilio al Papa aconsejándole evitar diferencias sobre asuntos administrativos, que nada tienen que ver con la fe cristiana, por amor a la unión de toda la Iglesia.
Sin embargo, el Papa Nicolás convocó un Concilio en Roma en el año 863, en el que excomulgó a los dos Obispos que participaron en la confirmación de la elección de Focio, declarando que esta elección era ilegal, presumiendo su autoridad sobre toda la Iglesia en general.
El comportamiento del Papa predispuso al pueblo ortodoxo en su contra. El patriarca Focio soportó todo con mucha paciencia, hasta que se multiplicaron los motivos, por los que tuvo que hacer la defensa de la Iglesia Oriental y su independencia.
Además de todo eso, el Papa envió una misión de su clero a Bulgaria, que trató de inclinar al pueblo búlgaro hacia él, procuró separar a la Iglesia Búlgara del Patiarcado de Constantinopla y anexarla a Roma, y comenzó la misión por criticar los ritos orientales y haciendo propaganda a los ritos occidentales.
El patriarca Focio, ante todo esto, se vio obligado a defender la libertad de la Iglesia Orental y su independencia, envió en el año 867 una circular a los Patriarcas del Orente llamándolos a la lucha común. Así en ese mismo año, se reunió el Consilio en Constantinopla, siendo su primer acto la condena en contra del Papa de Roma y su separación de la Iglesia, como también la deposición de sus grados sacerdotales y su excomunión, lo que afectó sobremanera al Papa cuando lo supo, falleciendo al año de haber recibido esta condena.
Focio el Grande fue una de las eminencias de la Iglesia Oriental. El no provocó el cisma entre las dos Iglesias. Quien lo provocó fue el Papa Nicolás I. Para Focio no era posible actuar en otra forma, y lo que hizo tuvo benéficas consecuencias en el futuro de toda la Iglesia oriental en general. Si Focio hubiera guardado silencio ante el Papa, las Iglesias de Oriente aún serían dependientes de la Iglesia de Roma. En otras palabras, podemos decir que Focio, estuvo entre dos filos: El mal del cisma y el mal de la dependencia. Escogió lo más fácil, la primero.
Pero esta firme posición que tomó la Iglesia Oriental no impidió a la Iglesia de Roma seguir interviniendo en los asuntos del Oriente, hasta que el Patriarca Miguel Cerulario se vio obligado a convocar en Constantinopla un Concilio en el año 1054 para poner fin a las intervenciones del Papa de Roma, condenando a la Iglesia Occidental a separarse de la Iglesia Oriental. Esta decisión fue firmada por todos los Patriarcas.
Fue así como se completó la separación, el cisma, entre las dos Iglesias, la cual es la desgracia más grande acontecida al mundo cristiano desde su nacimiento. Pero lo que confirmó el cisma, aumentando la enemistad entre las dos Iglesias, fueron las Cruzadas, pues estas, queriendo combatir a los musulmanes, combatienton también a los Ortodoxos, ya que al pasar por tierras bizantinas las conquistaron, incluyendo a la Capital Constantinopla; entraron a la Catedral de Santa Sofía, amarraron sus caballos en el mismo Iconostasio, y cometieron actos imnorales en el Altar. Posteriormente se dirigieron a Antioquía, depusieron al Patiarca Ortodoxo poniendo en su lugar a un Patriarca Latino.
También se adentraron en pueblos y ciudades de Siria y Líbano, atizando el espíritu de separatismo entre cristianos y musulmanes, y aun entre los cristianos mismos, conforme a la política de "divide y vencerás".
Disolvieron el estado Bizantino y pusieron en su lugar un reino latino, que duró de 1204 hasta el 1261, año en que el Emperador Miguel el Paleólogo restituyó dicho estado. Pero mientras existió este reinado hubo persecución en contra de los ortodoxos, clérigos y laicos, matando a numerosos inocentes. Pusieron Patriarcas Latinos en lugra de los Ortodoxos, quedando el Papa, en este lapso, como el Jefe Máximo de las dos Iglesias, Oriental y Occidental.
Cuando los turcos amenazaron al Imperio Bizantino, se recurrió al Papa pidiendo su ayuda, ya que tenía mucha influencia sobre los reyes de Europa en aquel tiempo, y se le prometió convencer al pueblo ortodoxo de aceptar su jurisdicción, pero los Patriarcas Ortodoxos rechazaron esta decisión.
Los siglos han pasado, estamos en los finales del XX, y la separación aún perdura. La Igesia Oriental y Occidental son diferentes.